Cuando en 1994 Carlos y Juan invirtieron cada uno 10.000 euros (en aquel momento, pesetas) en diferentes productos financieros no esperaban que los rendimientos iban a ser tan diferentes. En 2024, después de 30 años con la cantidad inicial de 10.000 rindiendo a un interés del 10%, Carlos obtuvo un acumulado de 40.000 euros frente a los 174.494 de Juan. ¿Cómo es posible una diferencia tan grande? La respuesta reside en un concepto financiero fascinante: el interés compuesto.
Entender los dos conceptos es fundamental para cualquier persona que quiera invertir ahorros de manera inteligente y maximizar su rentabilidad a largo plazo. No en vano, como en el ejemplo figurado que hemos puesto, puede marcar la diferencia entre una inversión que te de la tranquilidad financiera definitiva o la que, simplemente, te sirva de complemento.
¿Quieres saber qué es cada uno de estos intereses y cómo se calculan? ¿Y el impacto que tienen en el ahorro? Pues sigue leyendo porque te vamos explicar cómo estos términos matemáticos pueden transformar el potencial de crecimiento de nuestro patrimonio.
Diferencia entre interés simple y compuesto
El interés simple calcula los rendimientos únicamente sobre el capital inicial, sin considerar los beneficios generados posteriormente. Es como un método tradicional y limitado de crecimiento financiero.
Por su lado, el interés compuesto opera como un mecanismo de multiplicación exponencial, donde los intereses generados se reinvierten, creando un efecto «bola de nieve» que impulsa el crecimiento patrimonial.
Si nos adentramos en los cálculos de estos dos intereses, podemos ver la complejidad del compuesto frente al del interés simple. En concreto, la fórmula del interés simple es:
- I = C * R * T, donde I es el interés generado, C es el capital inicial, R es la tasa de interés anual y T es el tiempo en años.
Frente a esta fórmula, la del interés compuesto es:
- Cf = Ci * (1 + R/n)^(n*T), donde Cf es el capital final, Ci es el capital inicial, R es la tasa de interés anual, n es el número de veces que se capitaliza el interés en un año y T es el tiempo en años.
Lo más probable es que todo esto se haya parecido chino. Pero, no te preocupes, vamos a poner un ejemplo para que puedas comprender de una forma lo más sencilla posible cómo inciden los diferentes tipos de interés en la rentabilidad de los ahorros.
Impacto del interés compuesto en la rentabilidad a largo plazo
El crecimiento exponencial del interés compuesto del que hemos hablado podría asemejarse a una plantación que no solo produce frutos, sino que cada fruto genera nuevas semillas. A medida que los intereses se reinvierten (y no solo el capital inicial), el capital total crece más rápido cada año.
Siguiendo con el ejemplo del inicio de este artículo, tendríamos que hacer los siguientes cálculos con la fórmula del interés compuesto:
- Fórmula del interés compuesto: Cf = Ci * (1 + R/n)^(n*T)
Cf = Capital final
Ci = Capital inicial = 10.000 euros
R = Tasa de interés anual = 10% = 0,10
n = Veces de capitalización al año = 1 (anual)
T = Tiempo = 30 años
- Sustituyendo en la fórmula tenemos que:
Cf = 10,000 * (1 + 0,10/1)^(1*30) Cf = 10.000 * (1,10)^30 Cf = 10.000 * 17.4494
Cf = 174.494 euros
La diferencia, como hemos podido comprobar, entre el interés simple y el compuesto es muy significativa. Mientras que con interés simple el capital final sería de 40.000 euros, con interés compuesto se llega a 174.494 euros.
Productos financieros que aplican el interés compuesto
Muchos productos financieros aprovechan el poder del interés compuesto para maximizar la rentabilidad. Entre estos, los depósitos bancarios, cuentas de ahorro (en especial aquellas que tienen plazos más largos) y fondos de inversión (al reinvertir los dividendos) son ejemplos comunes. Otros instrumentos como los bonos y las acciones también pueden generar intereses compuestos si se reinvierten los dividendos.
Si te estás preguntando si los productos basados en el interés compuesto tienen más riesgo que los del interés simple, hay que detallar que, en líneas generales, no. El riesgo depende más del tipo de producto financiero, el plazo de la inversión y la estrategia de reinversión de los intereses, que del propio concepto del interés compuesto.
A la hora de sacar el máximo rendimiento del interés compuesto, es aconsejable empezar a ahorrar e invertir lo antes posible bajo esta fórmula. Cuanto antes se comience, más tiempo habrá para que el interés compuesto haga su trabajo. Otros consejos son:
- Mantener inversiones a largo plazo
- Reinvertir sistemáticamente los beneficios
- Diversificar las inversiones
- Minimizar gastos y comisiones
Si quieres ser Juan, y no Carlos, valora la opción de hacer inversiones de ahorro basadas en el interés compuesto. El interés compuesto no es magia, son matemáticas puras. Y pueden ser una oportunidad extraordinaria para construir un patrimonio de manera inteligente y sostenible que te acerca a la libertad financiera. Cada día cuenta, y el tiempo es tu mejor aliado financiero.